Versos al alma
Por extraño que pudiera parecer, aquella indiferencia inicial mostrada por parte de Wilhelm hacia Alice en cada ocasión que coincidieron se volatilizó en apenas 48 horas. A pesar de ello, le invadió la sensación de que los 2.880 minutos de los que dispuso para descifrar a esta mujer fueron insuficientes… no sólo por su evidente escasez, sino porque cada puerta atravesada mostraba otra en cuyo interior se ocultaba un nuevo enigma; casi 17.000 segundos… una cifra tan grande como lo eran las ganas por disponer de más; tan efímeros como si el contador hubiera llegado a cero incluso antes de ponerse en marcha.
Alice, habiéndose mostrado originalmente bajo la apariencia de una simple hoja en blanco, terminó revelándose como un exquisito poemario cuyo contenido sólo se mostraba a quienes no temían investigar las líneas que componían cada verso aun sin que estos estuvieran presentes, acariciando con delicadeza la superficie de cada página; admirando los secretos que revelaban; descubriendo cómo aquella joven no era un simple libro repleto de estrofas aleatorias… sino un futuro best-seller.
La inspiración que la muchacha despertaba en él tomó la forma de un verso que acabaría recitando cuidadosamente en su oído; una sonrisa pintaría su cara, siendo ésta la recompensa que aquel chico recibiría por su parte. Dos miradas que, apenas sin conocerse, penetraban con facilidad en el interior del otro, experimentando una singular alegría… confundidos por lo extraño que resultaba aquella situación. Sensaciones que les invadieron sin querer escaparse de ellas y, sin embargo, tan complicadas de explicar con exactitud.
Tal vez habían logrado alcanzar algo realmente improbable. Quizá sin buscarlo. Probablemente sin esperarlo. Posiblemente sin quererlo… Queriéndolo aun sin darse cuenta de que todavía no estaban preparados para ello. Queriéndolo aun sin darse cuenta de que si tan sólo se dejaran llevar por el deseo, estarían más que preparados para ello. Líricas que se perderían en el infinito de sus pensamientos.
Wilhelm a veces escribía poesía; otras tantas disfrutaba de «ella»…
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