Libertad efímera
«Seis, cero, cero» horas antes del mediodía… A duras penas, Athos consigue darse cuenta de cómo el silencio se ve reemplazado por el estridente sonido de la alarma del móvil. Durante los siguientes sesenta segundos, el inexistente hilo musical de su vida se transformaría en la melodía más desagradable que uno querría escuchar mientras es arrastrado fuera del reino de los sueños. Éste le seguiría acompañando en intervalos de cinco minutos hasta que decidiera levantarse de la cama; sin ser consciente de que ya lo había hecho no en una, sino en varias ocasiones.
«Seis, tres, tres»… Inhalar… Exhalar… Su visión se encontraba lo suficientemente borrosa sin necesidad de sumarle el humo de aquel primer cigarrillo. Ese que le serviría de acompañamiento mientras observaba a una taza orbitar en el interior del microondas durante dos minutos.
«Seis, tres, cinco»… Seiscientos segundos serían más que suficientes para sentir el cosquilleo de las gotas navegando por su piel en el interior de la ducha. En tan sólo la mitad de tiempo debía terminar de prepararse para el resto del día.
… Otro cigarro de camino a la estación le ayudaría a despejar su obnubilada mente.
«Siete, cero, cero»… Silbatos de fondo. Carreras mañaneras. Puertas cerrándose tras de sí. Buscar un asiento. Estudiar el entorno… Descubrir que la mayoría de rostros reflejaban las mismas sensaciones: sueño; cierta apatía; falta de entusiasmo… Y hasta falta de identidad. Por suerte, algunas mostraban atisbos de motivación al compartir los planes con los que ocuparían sus fines de semana; otras tratarían propósitos más inmediatos, deseando terminar con la rutina para realizarlos. Un día más… Que se vería traducido en un día menos. Amordazados por la rutina… incapaces de alzar la voz en busca del cambio.
Ajenos a su realidad… ¿O tal vez era resignación?
Sometidos al tiempo en la misma medida que lo creemos poseer. Sin apreciar que cuanto más capaces nos sintamos de controlarlo, más rápido se deslizará entre nuestros dedos. Cada instante, todos y cada uno de ellos, se desvanecerán.
Y el reloj sigue girando…
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