Equipaje de mano en mano

Malvivía sometida por sus propias vendas; subyugada bajo esa presión que al aferrarse en la piel producían… Cubrían los ojos al inicio, negándole la existencia de aquello cuanto no quería ver. Envolvieron su cuello después, asfixiándole con la realidad de todo cuanto en verdad no pudo ignorar. Encadenándole las muñecas en cada ocasión, dando pie al mal afán del escritor: el don de verbalizar todo menos su desolación… Tristes sombras acalladas que invadieron los lugares donde tan solo reinaba el color; la angustiosa aflicción de unos labios silenciados…. Unos que con tanta ternura fueron besados; labios que nunca quisieron ver la indiferencia con la que finalmente serían abandonados en ese andén en que quedaron tantos y tantos amores devastados.

Y susurraba canciones de cuna para adormecer a los demonios que traspasan la piel; a los que, sin respiro alguno, le susurraban en su interior a la vez, aferrados como anclajes invisibles. Y, pese a ello, conocía a la perfección sus zonas no tan grises, pero sí tan distantes, apegándose a ellas sin darse cuenta de que cargaba el peor de los equipajes.

Pero a su vez era una maleta perdida, observada en la lejanía. En ocasiones abierta y doblegada. En ocasiones sintiéndose vacía… A fin de cuentas, muchos eran los que se acercaban, pero ninguno se quedaría. Al menos ninguno dispuesto a alejar el invierno y sacarla de aquel vagón, otorgándole una nueva vida.

En el fondo lo entendía. O al menos eso se decía: en su error, ni ella misma pensaba que lo merecía… Consumiéndose poco a poco en cada ocasión en que sí lo creía.

Después de todo, había algunas ocasiones en las que estar llena de nada le servía… ocasiones en las que, de hecho, se resignaba. Algunas que estaban aún por suceder y, sin embargo, conociendo de antemano el desenlace; conociendo hasta qué punto se resignaría… Y, al final, tan solo apretaría el tiempo que durasen las travesías. Y, una vez perdiera las fuerzas, soltaría…

… abandonándose de nuevo en aquel rincón que tan bien conocía.

~ Texto en colaboración con Verónica López.

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