Covid-19 · 3ª parte

Rogamos haga uso de mascarilla.

Es su responsabilidad como ciudadano… Con más razón si alguno de los síntomas ha experimentado o si tiene sospechas de haber sido contagiado. Conserve la calma y manténgase aislado. Pronto será atendido. Por desgracia, es probable que haya infectado a sus allegados. Aunque tampoco emitiremos un diagnóstico inmediato al no contar con los medios adecuados. Al menos para usted, el simple pueblo llano. No cuestione las decisiones del Estado y acate ipso facto cada una de sus órdenes. Sin quejas; sin opciones. Prosiga su camino: un breve recorrido de la cama al sofá y, como mucho, un paseíto ida y vuelta a lo largo del pasillo. Deje el pánico a un lado: para su tranquilidad, lo peor ya ha pasado… Mas entretanto descubre cuál es la realidad…

Rogamos haga uso de mascarilla.

Cabe la posibilidad de que al evaluar la amenaza inicial, el Estado no haya elegido un método de actuación del todo acertado. Pero, al fin y al cabo, errar es humano, ¿cierto? ¿Y acaso no lo somos quienes ocupamos estos lujosos asientos? Pese a ello, eludiremos responsabilidades señalando a «reconocidos expertos y sus consejos», defendiendo cada acción en base a rigurosos artículos de periodistas inexistentes, tal como sus conocimientos científicos o médicos. Evite leer documentos oficiales fechados meses atrás, sobre todo si provienen de organismos internacionales o profesionales ajenos. Falacias ignoradas al poner en tela de juicio un criterio que, por supuesto, no condicionó el poderoso caballero Don Dinero. Además, quienes las profesaron terminaron en paro o silenciados. Metafóricamente hablando, claro. Enfréntese a los del «bando contrario» e ignore sus argumentos, ya sea de manera intencional o por desconocimiento. Lo mismo hará alguno de ellos… Aunque ambos tengan la razón y a su vez estén igual de equivocados, eluda un entendimiento. Haremos y desharemos a voluntad mientras se distrae con lo banal. Como consejo, siga nuestro ejemplo. Así pues…

Rogamos haga uso de mascarilla… Oculte así su sonrisa cínica, o la vergüenza. Si es que aún le queda.

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