Realidades ilusorias · 3ª parte
Narrativas… Ficciones cuyo objetivo final es reemplazar una parte importante de la realidad más objetiva, ordenando cada palabra a conveniencia sobre las páginas del manuscrito que le dan forma. Manipulando caracteres con precisión quirúrgica, pero con aparente transparencia, alejando así cualquier tipo de sospecha por parte de quienes lean tales «historias» acerca de la actualidad más notoria, sin pararse a observa los detalles camuflados «entre líneas». Y si bien es cierto que carecen de influencia suficiente para sustituir dicha realidad de manera extendida a ojos de la sociedad, suelen alcanzar una especie de simbiosis con ella.
Labores de investigación siempre ligadas con contrastar la información obtenida… Labores cuya ejecución resuena igual que un eco del pasado, pues en el presente se han dejado un tanto de lado. Destellos de un flash iluminando la imagen enfocada por el encuadre de cámara, revelando tan sólo una reducida zona de la fotografía… Distrayéndonos sobre qué compone en verdad el fotograma global. Aromas a café definiendo la velocidad a la que pulsarán las teclas. Rotativas funcionando a golpes de irrealidad… Lápices cuyas puntas fueron desgastándose al mismo ritmo al que sonaban treinta monedas de plata al caer en sus bolsillos.
Porque, a estas alturas, ¿a quién le importaba traicionar sus principios?
Transmitir «una visión» del relato aprovechando su credibilidad… O a costa de ella. Poner en tela de juicio la firma de algún que otro periodista, así como a la propia cabecera que les dio cobijo. Ganar en páginas vistas, miles de «clicks» por error en su invasiva publicidad o vender algunos periódicos gracias al «un gran titular», faltando a la verdad mientras la aderezan en mayor o menor medida.
«¡Libertad de prensa!», gritaban… Libertad para elegir al amo ante el cual doblegar sus letras. Callando injusticias aun habiendo jurado exponerlas.
Labios sellados por comodidad o contra su voluntad, pero… ¿qué podría pasar? A fin de cuentas, la sociedad está despierta y desconfía de realidades prefabricadas, ¿verdad?
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