El origami (折り紙?), también conocido como papiroflexia en castellano, es el arte de origen japonés mediante el cual se obtienen figuras de formas variadas plegando láminas de papel. En dicho arte no se recurre a tijeras, pegamento o grapas a la hora de recrear las efigies: tan sólo es necesario una base desde la que partir que bien puede ser cuadrada o bien rectangular, unas manos dispuestas y algo de maña. Más de lo último que de lo primero, de hecho. Y para algunos de nosotros, además, una guía paso a paso.

A la hora de explicarlo no hay mucho misterio. Otra cosa es cuando te pones a ello, por supuesto. Se recrearán cuerpos geométricos o elementos similares a la realidad de tanta complejidad como pericia y paciencia tenga su autor. Y algunos consiguen «esculturas» realmente asombrosas.

Si hay un tipo de origami famoso por excelencia ese es, sin lugar a dudas, el de la «grulla». Según cuentan las leyendas en Japón, a quien sea capaz de llevar a cabo mil de estas piezas le será concedido un deseo. Dicha leyenda surge a raíz de la historia de Sadako Sasaki, una pequeña niña japonesa que deseó curarse de la leucemia producida por la radiación de la bomba atómica realizando tal labor. Además, la grulla es un símbolo de esperanza y paz. La carga espiritual de este ave es conocida en todo el continente asiático, creyendo que dichas aves son el vehículo del alma y quienes se encargan de transportar la parte etérea de los recién fallecidos hasta el paraíso.

Maravilloso, ¿verdad?