Anatomía del deseo · Anotación nº004: Ojos
Pero la vida, al igual que puede ocurrir con las matemáticas, no siempre nos ofrece los resultados tal y cómo los esperamos. Múltiples ecuaciones con sus respectivas incógnitas se muestran frente a nuestras pupilas. Creemos ser capaces de controlar cada elemento, de predecir cuál será el siguiente a incluir o excluir en nuestro cómputo personal. Aceptamos cada patrón como único después de analizar uno, y otro, y otro más en distintas ocasiones. Como si nada fuera capaz de alterar esa realidad de la que estamos tan seguros. Pero, una vez más, nuestra arrogancia nos aboca al error. Si bien es cierto que la suma de dos dio lugar a uno… Esta puede alterarse. Pueden incluirse nuevos elementos, convirtiéndolo en una suma mayor o, incluso, en una multiplicación. Pero también puede dar lugar a una resta. Una en la que no sólo se pierda un «número» sino parte de nosotros en el proceso…
Un factor pasado por alto o que se haya manifestado de forma esporádica puede convertirnos en los principales testigos de cómo nuestro mundo se desmorona. De cómo el protagonista principal toma el papel de simple espectador camino a la resignación, observando sin más mientras todo se reduce a cenizas. De cómo todos esos dogmas dejan de serlo. De cómo toda esa falsa seguridad se desvanece.
De cómo «Ya no es»… O peor aún, de cómo «Así es a partir de ahora».
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