Anatomía del deseo · Anotación nº012: Serendipia

Asombro al encontrarnos ante cómo aquella silueta va tomando forma con cada uno de nuestros involuntarios suspiros, dando lugar a tan bellos como recónditos paisajes; taigas repletas de vegetación cuyo aspecto se vuelve más frondoso cuanto más nos adentramos en su interior. Un paraje a conquistar sin requerir ningún tipo de batalla; sin necesidad de imponerle un nombre al poseer su propia entidad. Envolviéndonos en la fragancia desprendida por la flora imperante a la par que experimentamos un sentimiento mundano y, a su vez, sumamente familiar; tanto como para sentir que nos encontramos en ese lugar llamado «hogar».

Misterio. Pero no uno cualquiera, sino un enigma del que formamos parte. Piezas con las que encajar a la perfección, desencajándonos por completo. Fragmentos que, una vez dispuestos, revelarán el lugar exacto donde se encuentra enterrado «un corazón cualquiera». Obtendremos una brújula que nos hará perder el norte y, sin embargo, nos guiará para dar pie al hallazgo del que, en realidad, es uno de los tesoros más valiosos que cualquier ser humano puede poseer. Una hazaña para la que no hizo falta un mapa o rutas establecidas en cuadernos de bitácora.

Ocales ocupando las paredes de nuestro estómago al inicio: discretos, pero no tanto como para pasar desapercibidos; silenciosos en su crecimiento mientras se alimentan de nuestra ilusión… Mariposas revoloteando con gracia después como culminación de lo anterior: volando las palabras, echando raíces el amor; la viva expresión de lo sucedido en nuestro interior.

Reconfortantes momentos cargados de plenitud. Gratitud al habernos encontrado con todo aquello que no andábamos buscando, pero siempre habíamos querido… aun sin ser conscientes de cuán grande era nuestro anhelo por conseguirlo. Lo inesperadamente esperado tomando forma… para con nosotros; para con quien se encuentre a nuestro lado.

… Y es que «amor» puede escribirse de una y mil formas, pero no hay que olvidar lo verdaderamente importante: la manera en que lo sentimos.

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