Elecciones
Cuestión de elecciones… ¿Y acaso no trata precisamente de eso la vida?
Tomamos decisiones constantemente… Y al final, aun sin ser conscientes de ello, somos máximos responsables en cuanto a que las distintas balanzas ante las que nos encontramos día tras día terminen decantándose hacia un lado u otro.
Forma parte intrínseca del orden natural de las cosas; un orden inalterable y, por supuesto, siempre presente; un orden del que no podemos escapar; un orden que nos obliga a ser parte de ese «todo» aparentemente invisible.
«Obligar».
Suena ridículo, ¿verdad? Porque… ¿qué o quién cuenta con la suficiente autoridad como para forzarnos a elegir incluso cuando preferimos no hacerlo? «Nadie», dirán algunos. Y tiene todo el sentido del mundo, ¿no es cierto? Sin embargo, el principal problema radica en la pregunta; quizá nos encontramos mirando en la dirección equivocada, ignorando así detalles determinantes.
Tal vez si la reformulamos, obtendremos una respuesta más acertada: «¿Cuál sería el resultado si nos mantuviésemos al margen en determinadas situaciones?».
Y es que «evitar una u otra elección» es, indirectamente, una manera de elegir; una forma de ser partícipe de todo aquello cuanto está por venir. Sea o deje de ser de nuestro agrado.
Es tiempo de «elecciones»; es hora de decidir; es momento de actuar…
Si no es ahora, ¿cuándo va a serlo?
Porque si no elegís, tan sólo os quedará haceros una pregunta: «¿A quién regalaréis un futuro próspero a costa de sacrificar el vuestro?».
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