Inesperados enlaces · 2ª parte
Causalidad… O cómo encontrarnos ante el preámbulo de un desenlace casi certero. Prácticamente, una alta probabilidad de hallarnos ante un obligado punto y final; punto y final que reposará en el fondo del tintero una vez la tinta se haya agotado, perdiendo la opción de continuar en un párrafo nuevo.
«Casi» certero… porque en ocasiones, aun cuando se nos presenta una conclusión de manera tan clara y concisa, dicho término acabará transmutando en un puente a través del que trasladarse a un nuevo inicio.
… Ciclos sin fin.
«Incluso si cambiara algo… ¿Tan determinante sería entender el porqué?»
Y aún siendo relativamente ajenos a todo ello, siempre habrá un «porqué». Uno que transformará un instante aparentemente al azar, convirtiéndolo inevitablemente en el momento que precede al desenlace de después.
Una bajada de bandera; una ficticia persecución al subir las escaleras; una aguda invitación a dormir a la que a Wilhelm le fue imposible negarse…
Apoyada sobre el pecho del muchacho y acurrucada junto a él, Dánae sintió una paz semejante a la experimentada tantísimo tiempo atrás; una que apenas lograba recordar cómo se percibía en verdad… Y, sin embargo, fue capaz de apreciarla.
«Pero en realidad… ¿qué más da?»
Como si de un resorte se tratara, y mostrando una no tan casual pero sí perfecta sincronía, ambos se abalanzaron el uno sobre el otro en busca de un ansiado beso. Uno que no fue necesario reclamar dado el afán que se palpaba en el ambiente. Un beso cuyo frenesí sin fin deseaban sentir… Unos labios que creían conocer, aun cuando nunca antes se habían besado. Unos labios que anhelaban conocerse, como si aquella ocasión sólo fuera a brindarles una única oportunidad para hacerlo.
Dos cuerpos recelosos al tacto ajeno, y pese a ello no dudaron en juntar sus sueños.
Dánae no concebía otra forma de morir más placentera que entre aquellos brazos; Wilhelm no imaginaba mejor manera de resucitar.
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